Este miércoles, el Ministerio de Economía afrontó un vencimiento importante: cerca de $12 billones en bonos en pesos. Caputo optó por renovar solo el 57% de esos vencimientos, liberando $5 billones entre los bonistas con la apuesta de revertir el apretón monetario que venía aplicando para contener el precio del dólar. El dato no es menor, hace meses que el gobierno venía ajustando la liquidez como parte de las medidas para sostener el precio del dólar.
El Tesoro salió a bajar las tasas, para abril de 2027 pagó 35% anual, bastante por debajo de los niveles previos. Los instrumentos más demandados fueron los de vencimiento corto (LECAP y BONCAP), mientras los bonos atados al dólar quedaron completamente vacantes, señal de que los especuladores, por ahora, priorizan vencimientos para los próximos meses pesos y que nadie se quiere quedar con instrumentos de largo plazo, por el riesgo de una devaluación.
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El objetivo del gobierno es intentar cambiar la tendencia de la economía, hoy detenida por la recesión y la falta de crédito. Caputo y su equipo apuestan a que una baja de tasas permita que los bancos vuelvan a prestar a personas y PyMEs, impulsando el consumo y la actividad. Pero el experimento tiene riesgos, los pesos emitidos pueden terminar presionando sobre el dólar.
La euforia del lunes después de las elecciones duró muy poco, el dólar se encuentra de nuevo cerca del techo de la banda pactada con el FMI. La emisión de pesos y la baja de tasas puede generar algún resultado positivo para el gobierno y los empresarios en el corto plazo, pero el margen es cada vez más angosto, si los pesos liberados se vuelcan al dólar, la precaria estabilidad puede volver a romperse. Evitar el estallido de una crisis volvería a depender de la intervención directa de Estados Unidos.
Un plan en función de los grandes empresarios: endeudamiento y más ajuste
El plan Milei–Caputo descansa en un endeudamiento inédito con Estados Unidos. El reciente acuerdo con el Tesoro norteamericano y el swap por 20.000 millones de dólares son un pacto de dependencia que hipoteca el futuro de las grandes mayorías para garantizar el negocio de banqueros, exportadores y especuladores.
Los fondos obtenidos sólo son y serán destinados para pagar deuda y financiar la fuga de capitales. Al mismo tiempo Milei está impulsando reformas laborales, previsionales y fiscales que recortan los derechos y los ingresos de los trabajadores, los jubilados y sus familias.
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La única salida real para frenar el saqueo y poner los recursos al servicio de las mayorías pasa por nacionalizar el sistema bancario bajo control de sus trabajadores. Sólo así se puede cortar de raíz la fuga de capitales, proteger a los pequeños ahorristas y reorganizar el crédito para financiar la producción, la vivienda, la salud y la educación. El sistema actual, regulado por el capital financiero y subordinado a los dictados del FMI y Washington, es incompatible con una salida en favor del pueblo trabajador.
