Julieta Silva, condenada en 2018 por atropellar y matar a su entonces novio Genaro Fortunato a la salida de un boliche en Mendoza, volvió este lunes a prisión. La decisión fue tomada por el fiscal Fabricio Sidoti luego de que la mujer incumpliera una orden judicial que le prohibía acercarse a la hija menor de edad de su expareja, con quien mantiene una conflictiva relación.
La situación judicial de Silva —que había recuperado la libertad en 2020 tras cumplir dos tercios de su pena— se agravó en las últimas semanas. Si bien fue recientemente imputada por “lesiones leves agravadas por el vínculo” en una causa por violencia de género iniciada por su actual esposo, Lucas Giménez, su regreso al penal de San Rafael fue motivado por otro expediente: el incumplimiento de una restricción de contacto con la hija de Giménez, lo que derivó en una imputación por desobediencia y amenazas.
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Según informó el Ministerio Público Fiscal de Mendoza, Silva tomó contacto con la menor pese a la orden judicial vigente. Además, se registraron amenazas verbales —cuyos detalles no trascendieron— que surgieron de declaraciones testimoniales incorporadas a la causa.
Antes de ser trasladada al penal, Silva fue sometida a pericias médicas. En tanto, el Equipo Técnico Interdisciplinario (ETI) intervino para garantizar la protección de la menor, que quedó bajo la guarda de su abuela materna como medida de resguardo urgente.
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El historial judicial de Julieta Silva
Julieta Silva fue condenada en noviembre de 2018 a tres años y nueve meses de prisión efectiva por homicidio culposo agravado, luego de que en septiembre de 2017 atropellara y matara a su novio, Genaro Fortunato, en la puerta del boliche Mona Bar, en San Rafael.
El tribunal determinó que Silva realizó una maniobra de giro en U mientras Fortunato intentaba incorporarse del suelo tras una discusión, se encontraba en el trayecto del vehículo. La rueda del auto le aplastó el cráneo. Ambos estaban alcoholizados: Silva con 0,98 g/l y Fortunato con 1,80 g/l de alcohol en sangre.
En 2020, tras cumplir dos tercios de la condena, Silva recuperó la libertad. Dos años después contrajo matrimonio con Lucas Giménez, quien ahora la denunció por violencia física.
El 12 de julio pasado, Giménez llamó al 911 desde el baño de su casa, donde se había encerrado ante la agresividad de su esposa. La Policía constató que presentaba lesiones compatibles con agresiones físicas. En ese contexto, Silva quedó imputada imputada por lesiones leves agravadas por el vínculo y la Justicia dictó prisión domiciliaria, medida que ahora fue revocada.
Julieta Silva enfrenta hoy una nueva etapa judicial marcada por la reincidencia en situaciones de violencia y el incumplimiento de disposiciones legales. A casi ocho años del crimen que la llevó a prisión por primera vez, su nombre vuelve a ocupar un lugar en los expedientes penales de Mendoza.
GD/ML