El gol tenía que llegar así, casi de casualidad. Fue la noche de Aguerre, el arquero de Central Córdoba, que sacó todo lo que le tiraron. Sostuvo el cero durante 45 minutos, a pesar de que Racing lo probó de todas las maneras posibles. El arquero invulnerable resistió, pero en la última del primer tiempo tuvo que resignarse. En la jugada más azaroza y desprolija, Bruno Zuculini tomó un rebote tirado sobre el césped, le pegó mordida y la pelota entró como si pidiera permiso. Aguerre había frustrado a Maravilla, a Salas, a Almendra, pero no pudo con un tirito suave. El fútbol tiene estas cosas.
El triunfo de Racing fue clave para la clasificación a octavos de final del Torneo Apertura. La Academia y Central Córdoba pelean por un lugar en los playoff y el equipo de Gustavo Costas le sacó una ventaja considerable. Después de un comienzo de torneo muy pobre en el que sumó un punto en cinco partidos, Racing logró ganar cuatro de sus últimos cinco encuentros. La racha positiva le dio chances de clasificar a la segunda etapa del torneo.
Cuando se jugaban veinte minutos del segundo tiempo una jugada pudo haber cambiado la historia: después de chequear en el VAR, el árbitro Mastrángelo le concedió un penal a Central Córdoba. Se hizo cargo Leonardo Heredia, pero sacó un remate anunciado que contuvo Gabriel Arias.
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El penal errado no desmotivó a los santiagueños. Fueron a buscar el empate y acorralaron a Racing en su área, que empezó a padecer el partido. Y el que se convirtió en héroe fue Arias, el otro arquero, que además del penal contuvo todo lo que le tiraron. En la noche de los arqueros, festejó el de Racing.