Antonio Gasalla fue mucho más que un actor: fue un creador de personajes entrañables y un observador agudo de la sociedad argentina. Su humor, siempre incisivo y profundo, desnudó costumbres, vicios y contradicciones con una maestría única. Este martes, a los 84 años, falleció dejando un legado imborrable en la memoria de millones de argentinos.
Nacido el 9 de marzo de 1941, Gasalla se formó en la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde comenzó a delinear el camino que lo llevaría a convertirse en una de las figuras más queridas del espectáculo. En 1966, junto a Carlos Perciavalle, Edda Díaz y Nora Blay, protagonizó Help Valentino, espectáculo pionero del café-concert en Argentina, una plataforma que le permitió desplegar su creatividad con libertad y frescura.
A lo largo de su carrera teatral, brilló con obras como Pan y circo, Gasalla y Corrientes y Más respeto que soy tu madre, esta última basada en un blog de Hernán Casciari y convertida en un fenómeno de taquilla. Su capacidad para encarnar distintos personajes con una precisión quirúrgica lo transformó en un referente absoluto del humor escénico.
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El cine también lo consagró con una de sus interpretaciones más icónicas: Mamá Cora en Esperando la carroza (1985). Su magistral composición de la anciana despistada y entrañable dejó frases que se volvieron parte del acervo popular argentino.
Pero si hay un ámbito donde Gasalla dejó una huella imborrable, fue en la televisión. Con programas como El mundo de Antonio Gasalla y El palacio de la risa, desplegó un abanico de personajes inolvidables: La Abuela, Flora, la empleada pública, Soledad Dolores Solari y Bárbara Don’t Worry, entre otros. Con su estilo agudo, expuso desde la picardía criolla hasta las miserias del poder y la burocracia, siempre con el humor como herramienta de reflexión.
Su talento fue reconocido con numerosos premios, incluyendo el Martín Fierro de Oro en 1995, un hito en una carrera llena de éxitos. Sin embargo, en sus últimos años, su salud se deterioró. En 2023 fue internado por una neumonía severa y su estado cognitivo comenzó a agravarse. Su amigo y periodista Marcelo Polino relató en su momento que Gasalla ya no reconocía a sus allegados y dependía completamente de asistencia médica.
Con su partida, se apaga una de las grandes luces del humor argentino, pero su legado sigue intacto. Sus personajes, sus frases y su mirada única sobre la realidad continuarán vigentes, recordándonos que el humor, cuando es inteligente y profundo, tiene el poder de atravesar generaciones y convertirse en historia.
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